Cronológicamente, al hablar de la 1ª mitad del siglo XIX, estamos hablando de un período que abarca desde 1789 a 1848. Se trata de una etapa muy importante desde el punto de vista histórico, pues durante décadas asistimos a una serie de cambios estructurales que van a conllevar la aparición de nuevas formas económicas y sociales. Dichos cambios estructurales tienen como transfondo el antagonismo entre dos concepciones ideológicas: absolutismo y liberalismo.
ABSOLUTISMO (ANTIGUO RÉGIMEN) | LIBERALISMO |
SOCIEDAD ESTAMENTAL | SOCIEDAD DE CLASES |
PRODUCCIÓN GREMIAL, ECONOMÍA "CONTROLADA" | INDRUSTRIALIZACIÓN, CAPITALISMO |
MONARQUÍA ABSOLUTA | PARLAMENTARISMO |
En esta primera mitad del siglo este antagonismo ideológico se pone de manifiesto entre los antiguos grupos privilegiados (principalmente la aristocracia) y el nuevo grupo social ascendente, la burguesía. Los primeros se resisten a perder el control que han ejercido durante siglos sobre la sociedad, la economía, la cultura y la política; consideran, no sin razón, que las nuevas formas de relaciones económicas y sociales de la revolución industrial y las ideas políticas de la revolución francesa amenazan sus privilegios ancestrales. El período de la Restauración, que se inicia en 1815, es el último intento de frenar el avance de las nuevas ideas. Sin embargo, la realidad les obliga a adaptarse a los nuevos tiempos.
Por su parte, la burguesía que, a lo largo de los siglos XVI, XVII y, sobre todo, XVIII, se ha idos consolidando como el grupo social más dinámico gracias a la expansión del comercio y de la industria, lucha a toda costa por hacerse con el control político. Ya a finales del XVIII es evidente que para eliminar las trabas con las que el Antiguo Régimen limita las nuevas formas de producción que comienzan a expandirse desde Gran Bretaña, es necesario ocupar un lugar activo y preeminente en la vida política, desde el cual eliminar las leyes que restingen el crecimiento económico. La Revolución francesa y las sucesivas oleadas revolucionarias de 1820, 1830 y 1848 persiguen, en mayor o menor medida, el objetivo este la burguesía. De ahí su calificación como "revoluciones liberales" o "revoluciones burguesas".
En su lucha contra los privilegiados, la burguesía no duda en aliarse con los grupos sociales más populares (artesanos, asalariados...), no en vano ambos proceden del mismo estamento, el Tercer Estado, pero a medida que avanza la centuria, se va poniendo de manifiesto que los intereses de ambos grupos son totalmente diferentes, consolidándose un nuevo antagonismo que cobrará un matiz más intenso ya en la segunda mitad del siglo XIX: burguesía frente a proletariado.
Por último señalar que si durante la primera mitad de la centuria la ideología triunfante es el liberalismo, no debemos dejar de resaltar que se apuntan ya otras formas de pensamientos, en las oleadas revolucionarias, en las manifestaciones literarias y artísticas, etc. que conforme avance el siglo y con diferentes ritmos según los países, van a ir cobrando protagonismo, como son el nacionalismo y el socialismo.