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Fray Benito Jerónimo Feijoo


  1. Biografía:
    1. Filosofía.org.
    2. Jon Juaristi. Extractos de la conferencia: El Padre Feijoo (descargar).
  2. Textos.


1. Cartas eruditas y curiosas /

Tomo quinto/Carta VI: El estudio no da entendimiento (fragmentos).


Muy señor mío: Veo lo que Vmd. me dice, con bastante desconsuelo, de que empieza a perder las esperanzas, que le habían dado, de que al sobrino puesto en el estudio de la Filosofía, con el ejercicio de la disputa, y con el comericio de la gente racional, que hay en la Ciudad, adonde se le ha transferido, se le mejorase el discurso, que hasta ahora se manifestaba algo torpe, lo que se atribuía a falta de cultivo, siendo poco, o ninguno el que podía obtener, ni con el estudio de la Gramática, ni con el trato de la gente, que hay en un Pueblo, que apenas es algo más que Aldea.

(...)

Insinúa Vmd. que ha extrañado esto, como cosa no pensada. Pero yo estoy muy lejos de extrañarlo (...) No, Señor mío. El estudio, los libros, los Maestros, no hacen ingenioso al que no lo era. Entendimiento solo Dios le da.

(...)

Así, señor mío, que (por sí solas) las noticias, que se adquieren con el estudio, hacen en el entendimiento lo que los tapices, o pinturas, que visten las paredes de un Palacio, que decoran el aspecto, sin mejorar el edificio; o lo que los anillos, con que se engalana una Damisela, que dan lucimiento a la mano, sin blanquear más la tez, o articular mejor su organización.

Más diré a Vmd.: conocí, y traté por espacio de tres años a un Profesor de Teología Escolástica, y Moral, muy aplicado al estudio; pero con tan ninguna utilidad suya, que aún le dañaba su mucha aplicación; porque cuanto más estudiaba, menos sabía. Es hecho ciertísimo, aunque a Vmd. parezca increíble; y aunque solo observé en un sujeto, no dudo suceda lo mismo a otros, en quienes se junte el mucho estudio con una limitada comprensión, sin que sea muy oculto el principio de donde esto pende. Vmd. habrá notado, o por lo menos oído, que digieren, o actuan mal al alimento aquellos sujetos, que comen más cantidad, que la que es proporcionada a la actividad de su estómago. Lo mismo, pues, que a los estómagos débiles con el exceso de los manjares, sucede a las débiles, o cortas capacidades con la multitud de especies intelectuales, que son el alimento de las almas. Pueden digerir algunas pocas: pero siendo muchas, de su imperfecta cocción resulta una masa confusa, rudis, indigestaque moles, en que no aparece la idea bien distinta de objeto alguno.

(...)

Pero volviendo al asunto del sobrino de Vmd. (...) digo que no sé por qué se muestra tan condolido, de que ese muchacho no descubra algunos grados de agudeza, cuando supongo, que nunca puso la mira a lograr en él un sujeto distinguido en la República Literaria; sí solo a que él logre alguna razonable conveniencia por el camino del estado Eclesiástico, y para eso no ha menester mucha ciencia. Sin ella podrá ser Cura, podrá ser Prebendado, podrá ser Obispo. Mas digo, sin ella podrá ser un buen Cura, un muy estimable Eclesiástico, y un excelente Obispo. Todo esto podrá ser un medianito Canonista, o Teólogo Moral, adornado de buenas costumbres, intención recta, prudente conducta.

Mas si Vmd. por su buen gusto, y por el amor que tiene a su sobrino, no solo le desea una buena conveniencia, mas también el aplauso de Sabio, la realidad de este mérito pide un entendimiento sobresaliente, un ingenio penetrante; y ya llevo dicha arriba, que éste solo Dios le da, no el estudio, la aplicación, los libros, o los Maestros. Dije la realidad del mérito de Sabio; que la opinión de tal, sin mucho entendimiento se puede conseguir, porque hay en esta materia un quid pro quo, cuya receta sé yo, y se la comunicaré a Vmd. Compónese dicha receta de los ingredientes que se siguen. Lo primero, una feliz memoria, en que se puedan almacenar muchas noticias literarias. Lo segundo, una constante aplicación a recoger multitud de éstas. Lo tercero, una abundante verbosidad. Y finalmente, una buena dosis de audacia, o satisfacción de sí mismo: de modo, que, suceda lo que sucediere, no se corte, ni acobarde jamás, que sea en actos públicos, ni en conversaciones privadas. Yo he observado la eficacia de esta receta en algunos sujetos, que con el uso de ella pasaron entre la multitud por muy ingeniosos, y doctos, sin tener más que una inteligencia superficialísima de lo mismo, que con mucho afan habían mandado a la memoria. Si el sobrino de Vmd. pudiere acomodarse a practicar la misma, logrará Vmd. en él cuanto desea. Nuestro Señor se le conserve, y conserve también a Vmd. muchos años, &c.
 



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