- V - Teniendo su paloma
mi Fili sobre el
halda,
miré a ver si sus pechos
en el
candor la igualan;
y como están las rosas 5
con su nieve mezcladas,
el
lampo de las plumas
al del seno aventaja.
Empero yo, con todo,
cuantas palomas vagan 10
por los vientos sutiles,
por sus
pomas dejara.
- IX - Con su paloma estaba
Fili en alegre juego,
y para que picase
le presentaba el dedo.
Picábalo, y en pago 5
le daba un dulce beso;
y tras él más gozosa
la incitaba de nuevo.
Una vez la avecilla,
creyendo ser lo mesmo, 10
con picada inocente
hirióle el labio bello.
Enojóse mi Filis
de tal atrevimiento,
y echóla de su falda 15
con ademán severo.
La palomita entonces
en mil ansias y extremos
demandaba rendida
el perdón de su
yerro. 20
Con ala temerosa
las manos de su dueño
abraza, y gime, y vuela
de las manos al cuello.
Esquivábala Filis, 25
y ella, humilde, entre el seno
y el
cendal que lo cubre
escondióse de miedo.
¡Oh simplecilla!, ¿qué haces?
Guárdate de ese fuego, 30
que entre
pellas de nieve
tiene el Amor cubierto.
Guárdate, y con arrullos
y cariños más tiernos
halagándola, cuida 35
de desarmar su
ceño.
¡Ah Fili!, si al mirarte
enojada un momento
tal queda tu paloma,
¿cuál estará mi pecho? 40
Y si ella perdón halla,
¿mis encendidos ruegos
no han de lograr un día
tu rostro ver sereno?
- XIV - Ve,
donosa paloma,
vuela a tu amable dueño;
vuela, y dale el
billete que a tu
fineza entrego.
Con un
listón de rosa 5
le suspendo a tu cuello;
guarte no se desprenda
con tu rápido vuelo.
En el
fausto camino,
del
gavilán artero 10
no ya el grito te
azore,
ni
amedrente el encuentro;
que en tu vida y mi suerte
vela el Amor y
Venus,
y tan altos
patronos 15
te aseguran de riesgo.
Parte, pues, palomita;
tiende el ala al momento.
¡Quién, ave afortunada,
cual tú pudiese hacerlo! 20
Vuela, y lleva a mi Filis
esa prenda que el fuego
débilmente retrata
que arde en mí, de ella lejos,
mas que sincera y fina 25
como mi noble pecho
merece que en el suyo
le dé feliz asiento.
Dile en blandos
arrullos el dolor en que quedo, 30
lo nada que confío,
lo mucho que
recelo;
y si fiel te asegura
ser injusto este miedo,
vuelve al punto, que loco 35
te
aguardo con un beso.
- XVII - Después que
hubo gustado de Filis la paloma
el
regalado néctar de sus labios de rosa,
la deja, y de un vuelito 5
al hombro se me posa
y de allí lo destila
con su pico en mi boca.
Yo apurélo inocente;
pero, ¡ay!, ella, traidora, 10
me dio del Amor ciego
mezclada tal
ponzoña que el pecho se me abrasa
en ansias y
zozobras,
después que hubo gustado 15
de Filis la paloma.
- XXIII - Inquieta palomita
que vuelas y revuelas
desde el hombro de Filis
a su
halda de
azucenas,
si yo la inmensa
dicha 5
que tú gozas tuviera,
no de lugar
mudara ni fuera tan inquieta;
mas desde el halda al seno
sólo un vuelito diera, 10
y allí hallara descanso,
y allí mi nido hiciera.