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- Presentación:
- Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes.
- Biografía.
- Textos. Fábulas literarias. Selección.
Prólogo: El elefante y otros animalesNingún particular debe ofenderse de lo que se dice en común Allá, en tiempo de entonces y en tierras muy remotas, cuando hablaban los brutos su cierta jerigonza, notó el sabio elefante 5 que entre ellos era moda incurrir en abusos dignos de gran reforma. Afeárselos quiere y a este fin los convoca. 10 Hace una reverencia a todos con la trompa y empieza a persuadirlos en una arenga docta que para aquel intento 15 estudió de memoria. Abominando estuvo, por más de un cuarto de hora, mil ridículas faltas, mil costumbres viciosas: 20 la nociva pereza, la afectada bambolla, la arrogante ignorancia, la envidia maliciosa. Gustosos en extremo 25 y abriendo tanta boca, sus consejos oían muchos de aquella tropa: el cordero inocente, la siempre fiel paloma, 30 el leal perdiguero, la abeja artificiosa, el caballo obediente, la hormiga afanadora, el hábil jilguerillo, 35 la simple mariposa. Pero del auditorio otra porción no corta, ofendida, no pudo sufrir tanta parola. 40 El tigre, el rapaz lobo contra el censor se enojan. ¡Qué de injurias vomita la sierpe venenosa! Murmuran por lo bajo, 45 zumbando en voces roncas, el zángano, la avispa, el tábano y la mosca. Sálense del concurso, por no escuchar sus glorias, 50 el cigarrón dañino, la oruga y la langosta. La garduña se encoge, disimula la zorra, y el insolente mono 55 hace de todo mofa. Estaba el elefante viéndolo con pachorra, y su razonamiento concluyó en esta forma: 60 «A todos y a ninguno mis advertencias tocan: quien las siente, se culpa; el que no, que las oiga». Quien mis fábulas lea, 65 sepa también que todas hablan a mil naciones, no sólo a la española. Ni de estos tiempos hablan, porque defectos notan 70 que hubo en el mundo siempre, como los hay ahora. Y, pues no vituperan señaladas personas, quien haga aplicaciones, 75 con su pan se lo coma. El burro flautistaSin reglas del arte, el que en algo acierta, acierta por casualidad Esta fabulilla, salga bien o mal, me ha ocurrido ahora por casualidad. Cerca de unos prados 5 que hay en mi lugar, pasaba un borrico por casualidad. Una flauta en ellos halló, que un zagal 10 se dejó olvidada por casualidad. Acercóse a olerla el dicho animal, y dio un resoplido 15 por casualidad. En la flauta el aire se hubo de colar, y sonó la flauta por casualidad. 20 «¡Oh! -dijo el borrico-, ¡qué bien sé tocar! ¡Y dirán que es mala la música asnal!» Sin reglas del arte, 25 borriquitos hay que una vez aciertan por casualidad. La compra del asnoA los que compran libros sólo por la encuadernación Ayer por mi calle pasaba un borrico, el más adornado que en mi vida he visto. Albarda y cabestro 5 eran nuevecitos, con flecos de seda rojos y amarillos. Borlas y penacho llevaba el pollino, 10 lazos, cascabeles y otros atavíos; y hechos a tijera, con arte prolijo, en pescuezo y anca 15 dibujos muy lindos. Parece que el dueño, que es, según me han dicho, un chalán gitano de los más ladinos, 20 vendió aquella alhaja a un hombre sencillo; y añaden que al pobre le costó un sentido. Volviendo a su casa, 25 mostró a sus vecinos la famosa compra, y uno de ellos dijo: «Veamos, compadre, si este animalito 30 tiene tan buen cuerpo como buen vestido». Empezó a quitarle todos los aliños, y bajo la albarda, 35 al primer registro, le hallaron el lomo asaz malferido, con seis mataduras y tres lobanillos, 40 amén de dos grietas y un tumor antiguo que bajo la cincha estaba escondido. «Burro -dijo el hombre-, 45 más que el burro mismo, soy yo, que me pago de adornos postizos». A fe que este lance no echaré en olvido, 50 pues viene de molde a un amigo mío, el cual, a buen precio, ha comprado un libro bien encuadernado, 55 que no vale un pito. Los dos huéspedesLas portadas ostentosas de los libros engañan mucho Pasando por un pueblo de la montaña, dos caballeros mozos buscan posada. De dos vecinos 5 reciben mil ofertas los dos amigos. Porque a ninguno quieren hacer desaire, en casa de uno y otro 10 van a hospedarse. De ambas mansiones, cada huésped la suya a gusto escoge. La que el uno prefiere 15 tiene un gran patio y bello frontispicio como un palacio; sobre la puerta su escudo de armas tiene, 20 hecho de piedra. La del otro a la vista no era tan grande, mas dentro no faltaba donde alojarse; 25 como que había piezas de muy buen temple, claras y limpias. Pero el otro palacio del frontispicio 30 era, además de estrecho, oscuro y frío: mucha portada, y por dentro desvanes a teja vana. 35 El que allí pasó un día mal hospedado, contaba al compañero el fuerte chasco. Pero él le dijo: 40 «Otros chascos como ése dan muchos libros». El jardinero y su amoLa perfección de una obra consiste en la unión de lo útil y lo agradable En un jardín de flores había una gran fuente, cuyo pilón servía de estanque a carpas, tencas y otros peces. Únicamente al riego 5 el jardinero atiende, de modo que entretanto los peces agua en que vivir no tienen. Viendo tal desgobierno, su amo le reprende, 10 pues, aunque quiere flores, regalarse con peces también quiere; y el rudo jardinero tan puntual le obedece, que las plantas no riega 15 para que el agua del pilón no merme. Al cabo de algún tiempo el amo al jardín vuelve; halla secas las flores, y amostazado dice de esta suerte: 20 «Hombre, no riegues tanto, que me quede sin peces, ni cuides tanto de ellos que sin flores, gran bárbaro, me dejes». La máxima es trillada, 25 mas repetirse debe: si al pleno acierto aspiras, une la utilidad con el deleite.
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